Di-s en este texto parece lleno de ira. Moisés, Aarón y los Israelitas han pasado por un proceso en el cual Di-s continuamente endurece el corazón del Faraón, para castigarlo aún más. Esta sección empieza diciendo, “Ve con el Faraón. Pues he endurecido su corazón y los corazones de sus cortesanos, para poder mostrarles Mis señales y maravillas”. ¿Pero por qué exige Di-s un sacrificio de sangre de todos nosotros, ya sea tomando la sangre de un cordero y pintando los dinteles de las puertas con ella, o el alma de niños inocentes?

Cuando Di-s pasa sobre las casas en Egipto, Di-s toma venganza. Esta es una idea que pone incómodos a muchos judíos reconstruccionistas, y a mucha gente en general. Esta incomodidad viene del hecho de que Di-s pudo habernos librado en cualquier momento sin tomar tantas vidas, pero el hecho es que Di-s obró de esta manera a propósito para demostrar lo fuerte y poderoso que es Él en realidad. Aquí, Di-s está iracundo y desbocando su ira. Así, año tras año debatimos con esta parte del texto.

Pero este año estamos determinados a traer algo de luz sobre este pasaje lleno de oscuridad, muerte y destrucción. Sabemos que no somos los primeros en debatirnos con esta imagen de Di-s, o con la situación misma. Por eso, escuchemos la historia de una mujer Israelí, que también lucha con la pérdida de sus vecinos, y con la ira de Di-s. Esperamos que este poema actúe como una chispa divina, trayendo luz donde hay oscuridad:

¿A dónde iremos? ¿Quién de nosotros lo sabe? Ha pasado tanto tiempo desde que éramos capaces de caminar en libertad. De rezar en libertad. De actuar en libertad. Y aun así, percibo la sensación de urgencia en estos momentos, en mis movimientos. Pues en cualquier momento podría despertar de este sueño de libertad, y perversamente, ser regresada a Egipto. Donde no tengo voz ni voto. Donde soy un número, no una persona. Así que andaremos errantes, tratando de mantener este estado de media consciencia, luchando contra los recuerdos de la oscuridad, de las plagas, de la muerte. De la muerte pasando sobre nosotros.

Tenía tanto miedo de no saber qué me pasaría, qué le pasaría a mi familia, a mi gente. Pero más allá de ese miedo, ¿qué les pasaría a mis vecinos, a mis vecinos egipcios? A mis vecinos, que no eran intolerantes ni racistas. A mis vecinos, que me traían caldo cuando me enfermaba, o que me sonreían cuando lo necesitaba. A mis vecinos, quienes me cuidaron cuando di a luz, y que sostuvieron mi mano cuando lloré mi pérdida. Recordaré sus actos de bondad todos los días de mi vida.

Y no entiendo como mi Di-s, Di-s de toda la Creación, El Bendito al que se le llama “Yo Soy El Que Soy”, el que atesora nuestras vidas, pueda importarle tan poco las vidas de otras personas. ¿Por qué deben ellos de morir para que yo sea libre? No vivir… ser libre. ¿Cuál es el precio de una vida en libertad? ¿Cómo puede sostenerse la libertad en comparación a la pérdida de vidas humanas? ¿Cómo puede Di-s actuar como un perpetrador de genocidio? Exterminando a una generación a la que no se le dio oportunidad de probarse a sí misma. Porque tal vez ellos hubieran sido diferentes. Tal vez ellos hubieran visto la valía de toda la gente, y no nada más su valor como mano de obra esclava. Tal vez ellos hubieran visto la chispa divina que nos hace a todos estar hechos a la Imagen de Di-s.

Esta es la chispa que yo vi en los ojos de mi vecina. Yo también sostuve su mano. Yo también le llevé caldo cuando estaba enferma. La cuidé cuando dio a luz. La acompañé en su luto. Celebré sus festividades con ella.

Oh, Fuente Santa de Bendiciones. ¿Conoceré de nuevo la alegría de esa Amistad? Pues también era sagrada. Y aún así, en un instante, me la quitaste. Entonces, cuando crucemos de la esclavitud hacia la libertad y Miriam saque su pandero y empiece a bailar… yo no la seguiré. Yo no bailaré en el funeral de mi enemigo. Porque esos enemigos también eran mis amigos, y también comparto su pérdida. (Autor: James Greene).


haggadah Section: -- Ten Plagues
Source: https://jewishrecon.org/resource/redeeming-gods-wrath-poem