Nuestros ancestros viajaron a Egipto por una crisis económica, y la hambruna subsecuente que se vivió en Canaán. Egipto parecía hospitalario. José llegó a ser el burócrata económico de más alto poder en la Corte del Faraón. Nuestros ancestros estaban convencidos de que su posición les proveería de seguridad y confiaron en que las personas en el poder se mantendrían a su favor. Cuando cambiaron los gobernantes, el nuevo Faraón prefirió ignorar las contribuciones que los judíos habían hecho a la sociedad egipcia. Él necesitaba mano de obra esclava para erigir los monumentos de su imperio, así que nos esclavizó.

Para contrarrestar los esporádicos actos de resistencia, el Faraón inició una política de genocidio. Ordenó ahogar a todos los bebés varones judíos, recién nacidos. Llamó a Shifrah y Pu'ah, dos parteras, para lograr su colaboración. Pero en vez de obedecerlo, salvaron la vida de los bebés judíos.

Cuando Yocheved dio a luz a Moisés, planeó cómo esconderlo. Su hija Miriam le ayudó. Cuando Moisés fue descubierto y adoptado por la hija del Faraón, Miriam valientemente sugirió que fuera Yocheved la nodriza del bebé. Moisés fue criado con el conocimiento del sufrimiento de su gente, aunque Yocheved no le dijo que él era hebreo o que ella era su madre, hasta que creció. Gracias a la valentía, a la audacia, a la ingenuidad y al sacrificio de Yocheved y Miriam, Moisés desarrolló la fuerza y la determinación para liderar a nuestro pueblo hacia la libertad.

Aun cuando Moisés creció en la corte del Faraón como su nieto, Moisés buscó su identidad con su propia gente. Un día salió con los esclavos judíos y vio a un capataz egipcio golpeando a un judío. Moisés mató al capataz y escondió su cuerpo en la arena. Al día siguiente, un judío celoso amenazó con delatarlo. Moisés tuvo que escapar apresuradamente a la tierra desértica de Medián. Ahí se casó con Zipporah, la hija de Jethro, un sacerdote Medianita.

Moisés no pudo mantenerse alejado de casa durante mucho tiempo. Las enseñanzas valerosas de Yocheved y Miriam lo acompañaron aún en el desierto. La visión de un arbusto en llamas que no se consumía, despertó su furia. Moisés regresó a Egipto para liderar la lucha de liberación de nuestra gente.

Moisés y su hermano Aarón le pidieron al Faraón permiso para atender a un festival religioso en el desierto, que duraría 3 días. El Faraón se rehusó a aceptar su petición. Tras esto, el Faraón ordenó a los capataces que eliminaran el suministro de paja para los ladrillos, obligando a los judíos a recolectar la paja para su trabajo. Además, ordenó que produjeran doble cantidad de ladrillos al día.

Los judíos empezamos nuestro proceso de liberación de Egipto cuando dejamos de pedir que se nos permitiera salir, y empezamos a exigirlo. Nada que Moisés o Aarón dijeran o hicieran afectaba al Faraón. Él era inmune a las súplicas de justicia y misericordia, y se mantuvo imperturbable ante las amenazas de consecuencias inimaginables. Diez plagas azotaron a los egipcios. El Faraón contemplaba cómo las ranas y las langostas pululaban sobre la tierra, como el olor pestilente de la sangre se elevaba de los ríos, y cómo las úlceras y los piojos cubrían la piel de los egipcios.

No fue sino hasta la muerte de los primogénitos que el Faraón dejó a los Israelitas irse. Aún entonces, cambió de parecer y ordenó que sus soldados los persiguieran. Los Israelitas caminaron sobre el lecho seco del mar, con las aguas a ambos lados formando paredes seguras para ellos. Cuando los egipcios los persiguieron en ese mar seco, las aguas cayeron y cubrieron los caballos, los carros, y los jinetes del Faraón.

Con esto en mente, pedimos: NO más muertes. NO más hambre. NO más contaminación. NO más racismo. NO más sexismo. NO más homofobia. NO más anti-semitismo.


haggadah Section: -- Exodus Story
Source: http://uuja.org/holidays/lit/Reconstructionist_Haggadah.pdf