(Toma una pieza de karpas, el perejil, y remójalo en agua salada)

El agua salada nos recuerda no solo a las lágrimas derramadas por nuestros ancestros durante sus largos años en la esclavitud, pero también nos sirve para reflexionar en las maneras en las que hemos fallado en cuidar de la Tierra. El mandato sagrado de trabajar la tierra y ejercer soberanía sobre ella ha sido degradado a la noción de que la Tierra es simplemente un recurso a ser explotado. Si construimos una sociedad en la que a la gente se le educa para ver por sí misma y lograr sus propios intereses, sin considerar las consecuencias para los demás, entonces una crisis ecológica será inevitable.

Como judíos reconocemos que nuestro destino está interconectado al de los demás. El campesino brasileño que no tiene otro modo de vida que talar el bosque, el pescador japonés que no tiene otra forma de sobrevivir más que vaciando el mar. Todos están actuando racionalmente. Sin embargo, sus acciones tienen consecuencias desastrosas para el resto de nosotros. Nuestra tarea no es condenar a esta gente, pero construir un sistema social en el que la gente ya no se vea obligada a escoger entre sus propios intereses y los interese del medio ambiente. Esta no es solamente una cuestión de aprendizaje individual de cómo ser ecológicamente conscientes, sino también de transformar los sistemas sociales que actualmente hacen posible que la gente se enriquezca de actividades que destruyen y ponen en riesgo a nuestro planeta.

Nos acercamos a la Tierra no sólo como nuestro sustento, vital para nuestra supervivencia, sino también como un lugar sagrado, digno de nuestro respeto y admiración. El Libro nos enseña que toda la Tierra está llena de la Gloria de Di-s: que todas las partes están vivas, son sagradas y milagrosas. Hoy, mientras nos re-dedicamos a salvar a la Tierra del daño ecológico que se le ha hecho, también nos alegramos en la Tierra y le agradecemos a Di-s por su belleza y sus maravillas. (Reb Arthur Waskow)

Baruch atah Shechina Eloheinu melech ha'olam borei pri ha'adumah.

Bendito eres Tú, nuestro Di-s querido, Amo del Mundo quien crea los frutos de la Tierra. (Remojar el perejil 2 veces en agua salada y comerlo).


haggadah Section: Karpas
Source: http://uuja.org/holidays/lit/Reconstructionist_Haggadah.pdf